
¡Ay! Perdona morenita que llegue a estas horas
A interrumpir tus sueños si es que está dormida
Pero es que en esta noche siento que mi vida
De ambula por la calle un poco pensativa.(::)
Tu serenata (Diomedes Díaz.)
De las tradiciones milenarias que llegaron a América con los españoles, una de las que más se popularizó fue la serenata, un ritual sentimental en el cual por lo general el hombre, en la parte exterior de la casa de una dama, y acompañado por una tuna o conjunto interpretaba y cantaba canciones con el objeto de expresarle a la mujer sentimientos variados, por lo general de amor, agradecimiento o deseos de reconciliación
Las serenatas tuvieron gran auge en el siglo XVIII y hacían parte de las veladas en los jardines de los palacios de los aristócratas europeos, por lo general se daban al aíre libre, bien por las tarde o noches, de ahí que el diccionario de la real academia de la lengua española la defina como “ Composición musical o poema hecho para ser cantado al aire libre y durante la noche, generalmente para agradar o alabar a una persona”
Otra definición que se acuña es la que manejan los cibernautas “música que se interpreta en la calle por la tarde o durante la noche, para congraciar a una persona, la mayoría de las veces debajo de un ventanal.”
En la historia universal de la música, se conocen innumerables melodías y textos poéticos que hacen alusión a la serenata, Mozart por ejemplo, compuso trece serenatas para celebrar actos sociales, bodas y fiestas cortesanas, Beethoven también compuso serenatas para trío de cuerdas y para flauta, violín y viola.
En nuestro medio la serenata también alcanzó grandes connotaciones, hasta el punto de que enamorado que se respetaba, agradaba a su prometida o cimentaba la relación o reconcilio con una serenata. En nuestro medio son apetecidos los mariachis, los tríos con guitarra, las corales con piano y hasta los grupos de acordeón, pero los instrumentos que más se utilizan son el acordeón y la guitarra, sobre todo en la región Caribe.
En Sahagún, las personas de la tercera edad recuerdan sus años de enamoramiento, y coinciden en afirmar que eran tiempos de mucho respeto y timidez, por lo que una manera de suavizar la relación y expresar los sentimientos a una amiga o enamorada, era a través de una bella serenata.
En ese tiempo no habían las modas de ahora, los hombres eran machos hasta en la forma de vestir y motilarse, ahora con lo de las colitas y los pantalones apretaos, no se sabe cuál es el hombre o la mujer, y lo que es peor, indican los viejitos, la juventud poco o nada se interesan por una serenata, porque el gusto musical es otro, son estereotipos diferentes, las relaciones tienden a ser diferentes, con decirles que las visitas a la novia se perdieron, ahora es te espero en la esquina y barriga.
En el Sahagún de antaño, son recordados por la calidad de serenatas que interpretaban, Miguel Díaz, Santander de la Torre, Pedro Caldera Flórez, El “Chami” Elías, Luís Seña, Miguel Mora, Rafael El “Bomba” Reino, Cirso Domínguez, El grupo de los Originales de Daniel Vergara, los hermanos García Corena, el grupo “ Samiramis” del Nené Ruíz y los bimbaleros, ellos fueron quienes a juicio de personas de la tercera edad consultadas, abrieron el camino para que en décadas del 70 y 80, incursionaran otros protagonistas en el campo de la serenata, como son El “Dúo Gran Comando”, de Remberto Martínez y José Solano, los hermanos Tenorio, Bocio, los hermanos Nieves Oviedo. En la actualidad hay buenos músicos, la mayoría jóvenes, que amanecen con la ilusión de llevar en la fecha una serenata, muy a pesar de que son conscientes que es una tradición que poco a poco se pierde.
La serenata era el primer paso para llegar al hogar de la novia y dejar a un lado la timidez y el miedo, en ella los enamorados encontraban el valor suficiente, para ganarse la confianza de suegros y familiares.
DE LA BOHEMIA DE BOSSIO A LA LIRICA DE REMBERTO MARTÍNEZ Y LO MÁS RECIENTE.
Rafael Eusebio Bossio Romero, es el San Juanero, bohemio y aventurero, que una tarde en el año de l.966 arribó a la Ciudad de Sahagún, luego de haber recorrido media geografía nacional con las agrupaciones de Lisandro Mesa, Alfredo Gutiérrez, Aníbal Velásquez, Náfer Durán y Luis enrique Martínez entre otros.
En ésta Ciudad encontró no solo el amor de su vida, sino al excelente intérprete y guitarrista, Santander de la Torre, juntos hicieron una pareja sensacional que marcó la pauta en lo concerniente a las serenatas, sus voces y compases fueron claves en un sinnúmero conquistas, que apunta de versos lograron ablandar el corazón de niñas que en plena mocedad, sentían el aleteo del amor.
De Centro Alegre, un hermoso corregimiento planetarricense, llega a Sahagún, Remberto Martínez Suárez, quien a juicio del escritor Robinson Nájera Galvis, es el poeta de la canción popular y la belleza lirica, que no escatima esfuerzo alguno para untar de folclor una metáfora y concebir un canto que magnifique la grandeza latinoamericana.
En esta Ciudad se encontró con José Joaquín Solano, un destacado guitarrista con quien en los salones del colegio Andrés Rodríguez B, organiza el grupo más representativo en las serenatas que haya tenido la Ciudad, “El Dúo Gran Comando”, el cual se constituye en toda una institución musical reconocida no solo en el plano local, sino regional.
Junto al “Dúo Gran Comando”, son muchas las anécdotas e historias que se tejen en el trasegar de las serenatas, juntos recuerdan desde un baldado con agua fría, un insulto y hasta una bacinilla de orín del suegro chsiquilloso, que no aceptaba el pretendiente de su hija. Pero todo quedaba ahí, el grupo seguía fiel al propósito inicial, cultivar la música y alegrar corazones.
Los sahagunenses que alguna vez compartimos con este grupo de artistas entre versos y licor, recordamos que no solo, las serenatas estaban dedicadas a la conquista y el reconcilio, también era común los días del padre, de la madre, de amor y amistad, dedicar una serenata escogiendo las canciones más dicientes para el momento y dejar un clavel rojo como símbolo de amor y amistad.
Las serenatas en nuestro medio alcanzaron gran acogida, por lo que en la década de los años 80 y 90, no solo Bossio, y el dúo gran comando estaban en ese escenario, era común encontrar en los parques, grupos ocasionales integrados por acordeón y guitarra, se recuerdan las guitarras de Nicolás Reino, Elías Verbel, Alvarito Llorente, Lucho Pedraza, Carlos Tirado y los Hermanos Ramírez, y los acordeones de Freddy Sierra, Pello Elías, Albeiro Ramírez, Plinio Coronado, Arturo Oyola y Elías Jiménez, ellos con sus música y con su arte hacen parte esencial de la historia de las serenatas en la Ciudad.
Afortunados los que teníamos la oportunidad de conseguir el grupo musical para la serenata, otros ataviados de una potente grabadora con pilas, llegaban a los portales de las viviendas y luego de unas sentidas palabras, hacían sonar la canción escogida.
Quienes crecieron en este ambiente, hoy miran con nostalgia, como una de las más bellas tradiciones del ser humano, la serenata, fenece paulatinamente, pese a que los grupos de cuerdas, las tunas o los mariachis norteños, hagan resistencia para que no muera esta linda manifestación de los más caros afectos del ser humano. Qué tiempos aquellos…